Gabin y Felix Richoux
Domaine Richoux – Irancy
Es un placer escuchar a Gabin y Felix Richoux describir su trabajo en el viñedo, contar la historia de la finca familiar que produce vino desde 1620 y evocar el futuro. La sonrisa está en los labios para contar tanto las alegrías de los buenos años como los caprichos de la naturaleza que socavan 18 meses de arduo trabajo. No hay duda de que, en medio de las hileras de vides, durante los vigorosos inviernos, se viven severamente periodos de heladas. Pero los dos hermanos no se desaniman tan fácilmente. Sobre todo, tienen la pasión por su trabajo que les enseñaron sus padres, Thierry y Corinne Richoux. Sobre todo, saben que tienen la suerte de producir un vino excepcional, con la mundialmente conocida denominación Irancy.
La felicidad está en las vides
Trabajar al aire libre, en condiciones óptimas, con la familia, sólo puede galvanizarlos. Gabin y Félix lo agradecen todos los días. Nada afecta su felicidad como jóvenes viticultores. Si surge un problema, debe ser confrontado o eludido. En definitiva, superarlo teniendo siempre presente su objetivo: honrar la tierra y las tradiciones. Porque juventud no es sinónimo de borrón y cuenta nueva. Al contrario, es la recepción de un patrimonio que deben saber mantener y desarrollar. En Domaine Richoux, vendimiamos a mano, dependiendo de la madurez de cada parcela. El desmochado y la aireación del suelo son objeto de la mayor atención.
Sus padres mostraron el camino al adoptar un enfoque biológico en 2010. Este enfoque cualitativo inspira a los dos jóvenes en busca de una calidad constantemente renovada. Ser hermanos les permite anticiparse a las necesidades del otro en todo momento. Esta complementariedad, forjada desde temprana edad, ahora se pone al servicio de la finca en el día a día.
Dos hermanos, una filosofía
Gabin y Félix tienen el futuro por delante. Saben que uno demuestra su valía cuando transmite su saber hacer porque es esta transmisión la que consagra a un enólogo. Eso es lo que hicieron sus padres. Pero por el momento, lejos de estas consideraciones, ahora están en vid, perfeccionando sus técnicas y sus conocimientos porque no todo se puede aprender en la escuela, por excelente que sea la enseñanza que se imparta.
Jean-Michel Lorain
En 1945, la abuela de Jean-Michel Lorain, Marie Lorain, abrió La Côte Saint-Jacques. Luego su padre Michel Lorain y su madre Jacqueline se hicieron cargo del negocio familiar en 1958.
Pontigny recuperará su antigua gloria
La fundación SCHNEIDER quiere devolverle su aura al yacimiento cisterciense…